“Nosotros los que conocemos somos desconocidos para nosotros, nosotros mismos somos desconocidos para nosotros mismos: esto tiene un buen fundamento. No nos hemos buscado nunca, –¿cómo iba a suceder que un día nos encontrásemos? Con razón se ha dicho: ‘Donde está vuestro tesoro, allí está vuestro corazón’; nuestro tesoro está allí donde se asientan las colmenas de nuestro conocimiento. Estamos siempre en camino hacia ellas cual animales alados de nacimiento y recolectores de miel del espíritu, nos preocupamos de corazón propiamente de una sola cosa –de ‘llevar a casa’ algo. En lo que se refiere, por lo demás, a la vida, a las denominadas ‘vivencias’, ¿quién de nosotros tiene siquiera suficiente seriedad para ellas? ¿O suficiente tiempo? Me temo que en tales asuntos jamás hemos prestado bien atención ‘al asunto’: ocurre precisamente que no tenemos allí nuestro corazón –¡y ni siquiera nuestro oído! Antes bien, así como un hombre divinamente distraído y absorto a quien el reloj acaba de atronarle fuertemente los oídos con sus doce campanadas del mediodía, se desvela de golpe y se pregunta ‘¿qué es lo que en realidad ha sonado ahí?’, así también nosotros nos frotamos a veces las orejas después de ocurridas las cosas y preguntamos, sorprendidos del todo, perplejos del todo, ‘¿qué es lo que en realidad hemos vivido ahí?’, más aún, ‘¿quiénes somos nosotros en realidad?’ y nos ponemos a contar con retraso, como hemos dicho, las doce vibrantes campanadas de nuestra vivencia, de nuestra vida, de nuestro ser –¡ay! y nos equivocamos en la cuenta... Necesariamente permanecemos extraños a nosotros mismos, no nos entendemos, tenemos que confundirnos con otros, en nosotros se cumple por siempre la frase que dice ‘cada uno es para sí mismo el más lejano’, –en lo que a nosotros se refiere no somos ‘los que conocemos’...”

Nietzsche, F. La genealogía de la moral, Prólogo, pp. 17 y ss.

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Ma. Eug.

Genealogía del racismo. Michael Foucault

el siguiente texto es un resumen, no reemplaza al que está en el cuadernillo.
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Undécima Lección: Del poder de soberanía al poder sobre la vida
17 de marzo de 1976

Si bien en el principio de universalidad nacional (Décima Lección) la noción misma de guerra fue eliminada del análisis histórico, el tema de las razas no estaba destinado a desaparecer sino a ser retomado bajo otra forma: el racismo de Estado. En esta lección se describen las condiciones que permitieron su existencia.
En la teoría clásica el derecho de vida y muerte era uno de los atributos fundamentales de la soberanía. De acuerdo a esto, la vida y la muerte del sujeto se vuelven derechos sólo por efecto de la voluntad soberana. Sin embargo, existe un desequilibrio práctico, este derecho sólo se ejerce de forma desequilibrada, siempre del lado de la muerte. "El efecto del poder soberano sobre la vida sólo se ejerce desde el momento en que el soberano puede matar (...) Se trata más bien del derecho de hacer morir o dejar vivir. Y esto produce una fuerte asimetría". La pregunta acerca de si la vida, en tanto que razón primera, originaria y fundamental del contrato, no debería estar excluida del mismo, expresa como el problema de la vida empieza a problematizarse en el campo del análisis del poder político.
Desde fines del siglo XVII aparece una tecnología disciplinaria. Hacía la segunda mitad del siglo XVIII aparece la biopolítica. Ésta es una tecnología de poder no disciplinaria, aunque no la excluye. En la medida en que se coloca en otra escala, puede integrarla, incorporarla, tiene otra área de acción y recurre a instrumentos diferentes:
Disciplina:
a) Rige la multiplicidad de hombres en tanto se resuelve en cuerpos individuales b) Toma del poder sobre el cuerpo procedente de la individualización c) Objeto: hombre-cuerpo

Biopoder:
a) Rige la multiplicidad de hombres y se resuelve en tanto constituye una masa global b) Toma del poder sobre el cuerpo procedente de la masificación c) Objeto: hombre-especie Biopolítica y biopoder
Los siguientes son algunos puntos a partir de los cuales se constituye la biopolítica: practicas, principales ámbitos de saber e intervención, de obtención de saber y de ejercicio de poder. La biopolítica extraerá su saber y definirá el campo de intervención de su poder, precisamente de la natalidad y la morbilidad, de las diversas discapacidades biológicas, de los efectos del ambiente, etc.

Lo que formó los primeros objetos de saber y los primeros objetivos de control del biopoder fueron los procesos de conjunto específicos de la vida (proporción de nacimientos y decesos, producción, enfermedad) que, en la segunda mitad del siglo XVIII estaban en conexión con todo un conjunto de problemas económicos y políticos. Con las primeras demografía se pone en funcionamiento la medición estadística de estos fenómenos. Fue la preparación de esquemas de intervención en los fenómenos de la natalidad globalmente considerada.
Las epidemias recibieron el nombre de endemias y no se consideran como la causa de frecuentes decesos, sino como factores permanentes de la reducción de fuerzas, energías, del tiempo de trabajo. Con consideradas en términos económicos, como fenómeno relativo a las poblaciones y ya no a la muerte que se cierne sobre la vida. Esto conllevara a la instauración de una medicina cuya función principal es la higiene pública, que se realizará mediante organismos que centralizan y coordinan las curas médicas, hacen circular información, normalizan el saber, hacen campañas para difundir la higiene y trabajan para la medicalización de la población. Sus principales problemas serán la reproducción, la natalidad y la morbilidad.

Otro campo de intervención son los fenómenos que comportan consecuencias en el plano de la inhabilitación y exclusión de los individuos, tales como la enfermedad, los incidentes, infortunios, la vejez, etc. Contras estas anomalías se sino mecanismos mas ingeniosos y económicamente mas racionales que la asistencia masiva y al mismo tiempo fragmentaria de institutos de asistencia esencialmente ligados a la Iglesia: seguros, ahorro individual, seguridad social, etc.

El último ámbito de intervención toma a los seres humanos como especie y su ambiente de existencia. "Se suscitará el problema del ambiente mismo, pero no como ambiente natural, sino como ambiente que tiene efectos de retorno sobre la población, como ambiente creado por ella. Se trata, en una palabra, del problema de la ciudad".

Con esta nueva tecnología del poder aparecen nuevos elementos:
I- Noción de población: Es un elemento que ni la teoría del derecho ni la practica disciplinaria conocen. La primera solo conocía al individuo contratante y a la sociedad producto del contrato, la segunda conocía sólo al individuo y al cuerpo. La población es un nuevo cuerpo, un cuerpo múltiple. Este es el problema biológico y de poder.

II- Fenómenos colectivos: Debido a la naturaleza de estos, solo aparecen con sus efectos económicos y políticos y sólo son pertinentes a nivel de la masa. Considerados en sí e individualmente, son aleatorios e imprevisibles, mientras que a nivel colectivo presentan constantes que son posible establecer. Se dan esencialmente en la duración, son fenómenos en serie.

III- Funciones de los mecanismos biopolíticos: Se trata de previsiones, estimaciones estadísticas, medidas globales, para intervenir a nivel de las determinaciones de los fenómenos generales. También prepara mecanismos reguladores que puedan determina un equilibrio, homeostasis, en una población global. Constituyen mecanismos de seguridad en torno de todo lo que haya de aleatoria en las poblaciones vivientes. El fin es tomar gestión de la vida, optimizar un estado de vida.

"Más acá de ese gran poder absoluto, dramático, hosco, que era el poder de la soberanía, y que consistía en poder hacer morir, he aquí que aparece, con la tecnología el biopoder, un poder continuo, científico: el de hacer vivir. La soberanía hacía morir o dejaba vivir. Ahora en cambio a aparece un poder de regulación, consistente en hacer vivir y dejar morir" .

La manifestación más concreta de este poder aparece en el proceso de exclusión progresiva de la muerte. Hoy la muerte es más objeto de tabú que el sexo. La razón de que la muerte sea ocultada depende de una transformación de las tecnologías de poder. Lo que antes imponía su alta ritualización a la muerte, era el hecho de que se trataba de una manifestación de un pasaje de poder a otro. Del poder terrestre al poder celeste, y transmisión del poder del moribundo a los que lo sobrevivían (herencias, testamentos, ultimas palabras y voluntades). "Desde que el poder es cada vez menos el derecho de hacer morir y cada vez más el derecho de intervenir para hacer vivir, sobre el cómo de la vida, de intervenir para mejorar la vida, para controlar sus accidentes, los riesgos, las deficiencias, entonces, por esto mismo, la muerte entendida como fin de la vida es el fin del poder, la terminación , el extremo del poder. La muerte se ubica entonces en una relación de exterioridad respecto del poder: es lo que sucede fuera de su capacidad de acción, es aquello sobre lo cual no puede actuar sino global y estadística, etc. El poder no dominara la muerte, sino a la mortalidad" .


Resumen

"A partir del siglo XVIII, o de sus postrimerías, tenemos dos tecnologías de poder que se establecen con cierto desfase cronológico y que se superponen. Por un lado una técnica disciplinaria, centrada en el cuerpo, que produce efectos individualizantes y manipula al cuerpo como foco de fuerzas que deben hacerse útiles u dóciles. Por el otro una tecnología centrada sobre la vida, que recoge efectos masivos propios de una población especifica y trata de controlar la serie de acontecimientos aleatorios que se producen en una masa viviente. Es una tecnología que busca controlar, y modificar probabilidades y de compensar sus efectos. Por medio del equilibrio global, esa tecnología apunta a algo así como una homeostasis, la seguridad del conjunto en relación con sus peligros internos. En resumen: tenemos una tecnología disciplinaria que se distingue de una etnología aseguradora y reguladora; una tecnología que es, en ambos casos, una tecnología del cuerpo, pero en una el cuerpo es individualizado como organismo, dotado de capacidades, y en la otra los cuerpos son ubicados en procesos biológicos de conjunto.
Se podría decir: es como si el poder que tenía como modalidad, como esquema organizativo, la soberanía, se hubiera visto incapaz de regir el cuerpo económico y político de una sociedad entrada en una fase de explotación demográfica y de industrialización, de modo que a la vieja mecánica del poder escapaban muchas cosas, por arriba y por abajo, a nivel de los individuos y a nivel de la masa. Para recuperar lo particular tuvo lugar una primera adaptación de los mecanismos de poder, dirigida a la vigilancia y el adiestramiento. Nace así la disciplina. Ese fue el proceso de adaptación más fácil. Por eso, entre los siglos XVII y XVIII, fue el primero realizado, aunque sólo a nivel local, en forma empírica, fraccionada y en el marco limitado de la escuela, el hospital, el cuartel, la fabrica. Después, a fines del XVIII, hay una segunda adaptación pero esta vez de fenómenos globales, de población, de procesos biológicos, específicos de la masa humana.
Por supuesto, fue una adaptación mucha más difícil, porque implicaba órganos complejos de coordinación y centralización".

Mientras que la disciplina opera a través de un conjunto orgánico institucional, el biopoder lo hace a través de un conjunto biológico estatal. Esto no quiere decir que juegue una posición entre Estado a instituciones, ya que por un lado, la disciplina tiende a sobrepasar el nivel institucional, y por el otro el biopoder puede operar por debajo del nivel de Estado. En la medida en que estos mecanismos de poder no se encuentran en el mismo nivel, no se excluyen y se articulan uno con el otro.

Sexualidad y degeneración
El caso de la sexualidad constituye un ejemplo. "¿por qué la sexualidad llegó a ser en el siglo XIX un campo de importancia estratégica fundamental? Creo que por numerosas razones. En especial porque por un lado, como comportamiento corpóreo, depende de un control disciplinario, individualizante, llevado en forma de vigilancia permanente (...); por otro lado, mediante sus efectos de procreación, la sexualidad se inscribe y adquiere eficacia en amplios procesos biológicos que no conciernen al cuerpo del individuo, sino a aquella unidad múltiple constituida por la población. Por lo tanto depende de la disciplina, pero también de la regulación. La extrema valorización medica de la sexualidad en el siglo XIX, creo que tiene su principio en la posición privilegiada de esta, que se encuentra entre organismo y población, entre cuerpo y fenómenos globales". La sexualidad indisciplinada implica dos órdenes de efectos: el primero es sobre el cuerpo que es atacado por enfermedades individuales, el segundo tiene efectos al nivel de la población, se presume que el desviado tendrá una descendencia desviada por generaciones. Nace así la teoría de la degeneración. "Y en la medida en que la sexualidad se encuentra en el origen de las enfermedades individuales y constituye el núcleo de la degeneración, representará el punto de articulación de lo disciplinario y lo regulador, del cuerpo y de la población".
La norma
Es el elemento que circula de la disciplina al biopoder, que se aplica al cuerpo y a la población y permite controlar el orden disciplinario del cuerpo y los hechos aleatorios de una multiplicidad. En este sentido, la sociedad de la normalización no es sólo una sociedad disciplinaria generalizada cuyas instituciones recubren todo el espacio posible, sino también una sociedad donde se entrecruzan la norma de la disciplina y la norma de la regulación. El poder tomó a cargo la vida constituyendo dos polos: uno en la dirección del cuerpo, otro en dirección de la población.

Racismo de Estado: Vivir y dejar morir

En una tecnología de poder que tiene como objetivo y como objetivo la vida ¿Cómo se ejerce el derecho de matar y la función homicida, si es verdad que el poder soberano retrocede cada vez más y el biopoder, disciplinario y regulador, avanza siempre más?. Aquí interviene el racismo:
I) Introduce una separación entre lo que debe vivir y lo que debe morir. Será un modo de fragmentar y producir un desequilibrio en el campo de lo biológico que el poder tomó a su cargo, mediante la jerarquización y la calificación de razas como buenas y malas.

II) Establece una relación positiva entre la muerte del otro y la vida de uno en clave no guerrera, sino biológica."La muerte del otro - en la medida en que representa mi seguridad personal - no coincide simplemente con mi vida. La muerte del otro, la muerte de la mala raza, de la raza inferior (o del degenerado o del inferior) es lo que hará la vida más sana y más pura".
"Este mecanismo podrá funcionar justamente porque los enemigos que se quiere suprimir no son los adversarios, en el sentido político del término, sino que son los peligros, externos o internos, en relación con la población y para la población. En otras palabras: el imperativo de muerte, en el sistema de biopoder es admisible sólo si se tiende a la victoria no sobre adversarios políticos, sino a la eliminación del peligro biológico y al reforzamiento directamente ligado con esta eliminación de la especie misma o de la raza.
La raza, el racismo, son - en una sociedad de normalización - la condición de la aceptación del homicidio (...) Desde el momento en que el Estado funciona sobre la base del biopoder, la función homicida del Estado mismo sólo puede ser asegurada por el racismo (...) Que quede bien claro que cuando hablo de homicidio no pienso simplemente en el asesinato directo, sino todo lo que puede ser también muerte indirecta: el hecho de exponer a la muerte o de multiplicar para algunos el riesgo de muerte, o más simplemente, la muerte política, la expulsión".
"El racismo asegura entonces la función de la muerte en la economía del biopoder, sobre el principio de que la muerte del otro equivale al reforzamiento biológico de sí mismo como miembro de una raza o una población, como elemento de una pluralidad coherente y viviente (...) Lo que hace la especificidad del racismo moderno no está ligado con mentalidades, con ideologías, con mentiras del poder, sino mas bien con la técnica del poder, con la tecnología del poder. El racismo está pues ligado con el funcionamiento de un Estado que está obligado a valerse de la raza, de la eliminación las razas o de la purificación de la raza para ejercer su poder soberano. El funcionamiento, a través del biopoder, del viejo poder soberano del derecho de muerte, implica el funcionamiento, la instauración y la activación del racismo. Y creo que éste radica efectivamente aquí."

El nazismo es un claro ejemplo de racismo de Estado. Sin embargo "el nazismo sólo llevó a su paroxismo el juego entre el derecho soberano de matar y los mecanismo del biopoder. Pero este juego está inscrito efectivamente en el funcionamiento de todos los Estados, de todos los Estados modernos, de todos los Estado capitalistas. Y no sólo de éstos. (...) Por lo que a mí concierne, creo que el Estado socialista, el socialismo, está tan marcado de racismo como el funcionamiento del Estado moderno, del Estado capitalista (...) Pero es muy difícil hablar ahora del tal problema.

Hablar como lo estoy haciendo es proceder a golpes de maza. Por otra parte, dar una demostración implicaría (y es lo que quería hacer) dar otra serie de lecciones al final del curso, En todo caso quisiera decir simplemente esto: me parece, desde un punto de viste general que, por lo que sé, el socialismo no pone nunca, o no pone en primera instancia, los problemas económicos o jurídicos relativos al tipo de propiedad o al modo de producción. De hecho, en la medida en que no expone o no analiza el problema de la mecánica del poder, no puede sino reutilizar o reinvestir los mismos mecanismos de poder que hemos visto constituirse a través del Estado capitalista o del Estado industrial (...) Y así, de manera natural, reencontramos el racismo, y no sólo el racismo propiamente étnico, sino el racismo evolucionista también, el racismo biológico funcionando a pleno régimen, en Estados socialistas como la Unión Soviética, a propósito de los enfermos mentales, de los criminales, de los adversarios políticos.
Esto es lo que quería decir a propósito del Estado. Lo que me parece interesante y por tanto tiempo fue para mi un problema, es que este funcionamiento del racismo no se encuentra solo a nivel del Estado socialista, sino también en distintas formas de análisis o de proyecto socialista elaborados en el curso del siglo XIX. En particular, me parece que cada vez que un socialista insistió sobre la transformación de las condiciones económicas como principio de transformación y de pasaje del Estado capitalista al socialista (...) el socialismo no necesitó, al menos inmediatamente, del racismo. En cambio, todas las veces que tuvo que insistir en el problema de la lucha contra el enemigo, sobre la eliminación del adversario dentro mismo de la sociedad capitalista; cuando trato de pensar en el enfrentamiento físico con el adversario de case en la sociedad capitalista, lo biológico volvió a emerger, el racismo reapareció (...) Cuando se trata de eliminar al adversario económicamente o de hacerle perder sus privilegios, no se necesita del racismo. Pero cuando hay que pensar que habrá que batirse físicamente con el, arriesgar la propia vida y tratar de matarlo, hace falta el racismo"